Históricamente, los apotegmas tuvieron su origen en la cultura clásica griega, en un contexto en el que las frases cortas que buscaban reflexión podrían ser bien vistas por las escuelas filosóficas que se iban gestando bajo el manto de quienes sentaron las bases de una cultura en las que la reflexión era clave para intentar comprender el entorno.
No hay que olvidar los apotegmas de los Siete Sabios, firmado por un discípulo de Aristóteles, Demetrio de Fáleros, quien en su obra abre las puertas a esas frases que contienen verdades sin necesidad de más artificio lírico.
Y llegados a ese punto, en un momento en el que la sociedad busca certezas ante la incertidumbre, reflexión y conocimiento personal frente a la prisa y, en definitiva, verdades, Ediciones Vitruvio lanza Mis apotemas y ocurrencias, un libro personal firmado por el prestigioso psiquiatra Gaspar Cervera que ha dividido en 42 grupos, por orden alfabético y en los que engloba sentires, sentimientos y palabras tan universales como la alegría, el amor, la felicidad, la hipocresía o incluso la soledad.
Es a través de sus frases, ya sea siguiendo el orden que establece o bien aprovechando la versatilidad del caos de abrir el libro por cualquier página, cuando se puede encontrar esa certeza en la que dedicar el pensamiento como si de un tratamiento de interioridad diario se tratara.
Son pequeñas píldoras magistrales que ayudan a autocomprenderse, pero también a abrir la mirada más allá de lo obvio en cualquier momento del día. Es abrir la ventana a pensamientos, sentimientos y sensaciones por las que todos, en un momento dado, han pasado. Es abrir el libro de la mente, consciente e inconsciente, para pisar de nuevo suelo.
“Solo hay algo tan poderoso e inteligente como la palabra, que es saber manejar el silencio” apunta en uno de sus apartados. Y es que los apotegmas o bien ocurrencias de Cervera merecen ser reflexionados sin necesidad de explicación, dejándose el descubrimiento dentro y dejando que cambie según el momento de cada cual.