Hay veces que ocurren milagros a pesar de que nuestras acciones son temerarias y hay veces que Murphy se espantaría cuando el azar confabula para la catástrofe y eso es lo que tienen en común Titanic y Chernobyl. Tan terribles son los resultados y tan asombrosas las orquestaciones concatenantes del desastre, que resulta difícil obviar que detrás de su azar maldito pudiera esconderse una verdadera confabulación mágica. Parece como si verdaderamente se hubiera producido un castigo divino o maldito, quién sabe, pero lo que es cierto es que tanta casualidad conjunta hace difícil entender que pudiera provocarse de manera fortuita.

Titanic

Para empezar, 14 años antes del accidente del Titanic, alguien escribió un libro prediciendo lo que ocurriría.  En 1898, Morgan Robertson escribe la historia de un barco que se hunde en el océano cuyo parecido con el gran transatlántico llegó a ser asombroso. El título de la novela era Futility, or the Wreck of the Titan (“La futilidad, o el naufragio del Titan”). 

El material de construcción era defectuoso en la última etapa de su construcción porque se les acabaron los remaches de acero y empezaron a utilizar el hierro, cosa que facilicó la fractura del barco.

Cuando el Titanic zarpó, dejó una estela que movió peligrosamente al barco New York, atracado cerca y que casi provoca el choque de los dos barcos lo que provocó un retraso en la salida del Titanic.

El barco, como sabemos, tenía menos botes salvavidas que pasajeros albergables y los que fueron utilizados ni siquiera fueron llenados en su totalidad.

Las corrientes del Atlántico fueron extraordinarias, llevando a los iceberg más lejos de lo que habitualmente viajaban. La velocidad del transatlántico respondió a una decisión errónea del capitán, convencido de la insumergibilidad del Titanic y de que los vigías serían capaces de avistar los icebergs a tiempo para esquivarlos… unos prismáticos fueron extraviados.

Además acababan de cambiar la señal de socorro y cuando emitieron el mensaje, hubo confusión. El aviso de icebergs, no llegó a tiempo debido a que los telégrafos del Titanic estaban enviando mensajes personales de la tripulación y, debido a que tenían retraso, ordenaron al SS Californian, el bargo más cercano, que dejara de emitir porque estaban muy ocupados, un barco, que además no ayudó cuando ocurrió la catástrofe.

En cuanto al choque, resultó que las hélices eran demasiado pequeñas como para virar a tiempo de evitar el choque. Además, si hubiera chocado de frente, el barco no se habría hundido porque estaba fabricando por estancos y sólo se habría inundado un estanco. Para colmo, se inundaron cinco estancos, sólo uno más que determinaría el fatal destino del barco.

Una de las curiosidades es que el barco no fue bautizado de la forma habitual (rompiendo una botella de champan) para evitar supersticiones.

Las últimas investigaciones sobre el Titanic arrojan luz sobre un posible incendio ocurrido por la combustión del carbón que se utilizaba para las calderas que debilitó el acero justo en la zona donde chocó el Titanic, otra cuestión que, de ser cierta, resalta todavía más la idea de una serie de acontecimientos azarosos que aparecieron para asegurar  la tragedia.

 

Chernobyl

 

Al igual que con el Titanic, otro abril fatídico provocó una serie de acontecimientos que confluyeron en la catástrofe de Chernóbil.

El 26 de Abril se decide realizar una prueba de seguridad, reduciendo la potencia del reactor. El objetivo consistía en saber si una menor potencia podría mantener funcionando las turbinas el suficiente tiempo como para mantenerse funcionando hasta que arrancaran los generadores diésel. A las 1,06 comenzó la reducción programada. En ese momento, una planta de energía regional quedó fuera de línea por motivos imprevistos. Eso provocó la necesidad de cubrir un pico de energía que no podría cubrir la planta y por tanto, se detuvo la reducción de energía (la primera de las malditas casualidades). A pesar de la suspensión de la prueba, algunos procedimientos siguieron adelante como, por ejemplo, la desactivación del sistema de emergencia del enfriamiento del núcleo, el cual estaba destinado a llevar agua en caso de que dejara de enfriar el refrigerante. Si la detención se hubiera hecho durante el día, es posible que se hubiera tenido mayor capacidad de actuación.

A las 23:04 se reanuda la prueba, una prueba que debería haberse realizado durante el turno de la mañana. Esta reanudación se realizaba justo cuando el turno de la tarde estaba a punto de salir y entraba el turno de la noche a las 00:00 horas. El turno nocturno tenía menos tiempo para realizar la prueba e hicieron la bajada de potencia con dichas limitaciones de tiempo. A las 0:06 se llegó al nivel de reducción pretendido pero a causa de que se produjo de forma natural gas xenón (un gas muy absorbente de neutrones), se produjo lo que llama envenenamiento por gas xenón  y ésto provocó una bajada aún mayor de potencia que llegó a caer hasta un 5% de la estipulada como segura. A partir de ese momento se inicia una escalada irremediable de consecuencias que llevan a la explosión final del reactor 4. La bajada de potencia es corregida pero esto provoca un exceso de vapor cuya alarma es ignorada (¿igual que la alarma de icebergs del Titanic?). Al reanudar la potencia, el refrigerante empieza a calentarse sin tener capacidad de escapar por la turbina provocando un incremento de temperatura en el núcleo.

Dado que el sistema de emergencia había sido apagado para realizar la prueba por el turno diurno, no fue posible reactivar este sistema y eso provocó grandes consecuencias que agravaron la inestabilidad del reactor. Puesto que el agua tiene muy poca capacidad de absorber neutrones ésta se calentaba demasiado provocando vapor de agua, lo que a su vez calentaba al núcleo. La posibilidad de reducir esta inercia es a través de la bajada de las barras refrigerantes que se introdujeron lentamente pero algunas de las barras habían sido retiradas manualmente y fueron insuficientes, lo que provocó la explosión. La explicación es más complicada que todo esto pero el resultado es una misma contatenación de sucesos aleatoriamente alineados hacia la catástrofe.

A esto deberíamos unir la ineficacia de las políticas adoptadas posteriormente a la explosión como una evacuación ineficiente, una negación del problema por parte de los responsables políticos (se ignoró la presencia de grafito en la zona de la explosión por lo que se consideró que sólo había un incendio), una lentitud en la valoración del problema así como toda suerte de medidas infructuosas como la de tratar de cubrir el núcleo con arena y boro pero ningún helicóptero dio en el blando.

También hubo errores en la construcción del edificio con materiales inflamables como el bitumen. Los aparatos medidores de la radiación también tenían sus limitaciones ya que tenían un máximo de medida de 3,6 R/G y por tanto no se podía conocer la magnitud del problema ya que otros medidores más precisos se habían quedado enterrados en los escombros y por tanto, demasiadas preciosas horas después es cuando pudo valorar el nivel de la tragedia.

El bosque dorado de Pripiat es el reflejo de toda aquella suerte de macabras coincidencias.

 

Titanic y Chernobyl son dos ejemplos de confluencias nefastas de hechos que provocan un estremecimiento de lo terrible y cruel que puede llegar a ser el supuesto fortuito azar.

 

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