Transcripción:

“Sólo puede quedar uno”

Esa excepcional frase de “Los inmortales”, película que, por cierto, tiene que estar en algún futuro podcast de “Piensa y Adelgaza” (¡Cómo no se me había ocurrido!), es una gran frase recurrente para hablar de muchas cosas que van desapareciendo, como, por ejemplo, aquellos días en los que mi banco empezaba a despedir gente. Quedó muy ingenioso por mi parte, y también cínico (lo confieso), eso de “Sólo puede quedar uno” que pude decir jocosamente mientras me mantuve en plantilla.

Es una frase bastante recurrente para referirnos a

los garbanzos de la olla…. Sólo puede quedar uno

a los pantalones que te quedan chicos… sólo puede quedar uno….

A los días que quedan para ese evento social rollazo…. Sólo puede quedar uno, o mejor ninguno…

Yo cada vez que algo merma, siempre digo la misma frase “sólo puede quedar uno” como cuando digo «esto se repite como el día de la marmota» cuando algo se repite mucho… se trata de frases de la cultura cinematográfica que se quedan en el subconsciente de por vida y por las frases que adoptas… puedes revelar la edad que tienes así que, ya sabes, si escuchas decir a alguien eso de “sólo puede quedar uno” es que fue niño en los ochenta.

Pues bien, hay muchas películas de las de “Sólo puede quedar uno” en las que los personajes van desapareciendo poco a poco, la mayoría de las veces porque es asesinado, hasta que el protagonista descubre quién es antes de que sea una perogrullada averiguar quién es el verdadero asesino.

Hay dos tipos de películas de las de “Sólo puede quedar uno”, las de miedo miedito tipo «Viernes 13», «Pesadilla en Elm Street», «Sé lo que hicisteis», «La matanza de Texas»… en fin, esas que, como digo yo, tienen un claro trasfondo católico porque son la perfecta moraleja del no fornicarás a menos que quieras que te corten una parte de tu cuerpo. En estas pelis no importan que quede uno porque el malo ya se sabe de antemano quién es y de qué inframundo se ha escapado.

El otro tipo son las detectivescas donde varios personajes se ven aleatoriamente reunidos en un tren, una isla, un hotel o cualquier otro sitio del que no pueden escapar y van muriendo poco a poco y ahí sí que tiene que vivir alguien más para que el asesino no le diga a su última víctima “Si, tontolaba, soy yo el asesino”. A menos que creas que lo has matado antes de que te mate a ti, como en el caso de cierta película de la que si te digo el título te estaré haciendo spoiler pero que personalmente me pareció rompedora y que fue una interesante antesala de la serie “Mentes criminales”

En este tipo de películas, Agatha Christie era una auténtica genia y de entre todas las películas de este tipo que hicieron de sus libros, las que más me gustan son dos, “Muerte en el Nilo” y “Los diez negritos”

Y después de mencionar todas las películas que te he mencionado, “Sólo puede quedar una” así que me quedo con “Los diez negritos”.

La película se llama así, ocho personas son invitadas a una isla de la que no pueden escapar y son atendidas por otras dos personas. Cuando llegan a la isla, cada uno con una excusa diferente, resulta que son acusadas de unas muertes que ocurrieron en el pasado y tal y como dice una canción que se llama “Diez negritos” Van muriendo de forma similar pese a que nadie (salvo uno de ellos) reconoce su participación en aquellas muertes. Hay diez negritos en la mesa del comedor y cada vez que uno la casca…. Desaparece una figurita de la mesa. Sólo por morbo, te voy a recitar la letra de la canción:

Diez negritos se fueron a cenar;
uno se asfixió y quedaron nueve.

Nueve negritos estuvieron despiertos hasta muy tarde;
uno se quedó dormido y entonces quedaron ocho.

Ocho negritos viajaron por Devon;
uno dijo que se quedaría allí y quedaron siete.

Siete negritos cortaron leña;
uno se cortó en dos y quedaron seis.

Seis negritos jugaron con una colmena;
una abeja picó a uno de ellos y quedaron cinco.

Cinco negritos estudiaron Derecho;
uno se hizo magistrado y quedaron cuatro.

Cuatro negritos fueron al mar;
un arenque rojo se tragó a uno y quedaron tres.

Tres negritos pasearon por el zoo;
un gran oso atacó a uno y quedaron dos.

Dos negritos se sentaron al sol;
uno de ellos se tostó y sólo quedó uno.

Un negrito quedó sólo;
se ahorcó y no quedó… ¡ninguno!

Me he acordado de esta película intentando pensar en películas donde las invitaciones, los banquetes, las comidas sociales son el escenario ya que de eso voy a hablar…. De los malditos eventos sociales.

Este tema me lo sugirió Marisol y no os podéis imaginar cómo agradezco que lo hiciera porque es un problema que ambas compartimos y pensar sobre ello me ayuda a mí también ya que yo también me encuentro con ese hecho.

Hace muchos años, un endocrino me dijo que no deberíamos preocuparnos por los eventos ya que son excepcionales. Las puñeteras bodas, los horribles bautizos, las insoportables comuniones… me dirás que soy un poco irreverente pero es que  las odio porque normalmente a esos eventos tengo que llevar un vestido y ¡odio los vestidos! Las mujeres que somos, ya sabes, en proceso de, cuando llevamos vestidos tenemos que llevar medias, claro, porque no te vas a poner un vestido sin medias y para que no se te bajen las medias, tienes que llevar algo encima, algo horroroso  que no puedo soportar que son las fajas y además hay que llevar tacones y bolsitos ridículos… se trata de prendas tortuosas que no soporto pero ¿Quién coño se inventó todas esas mierdas?

Perdonadme mi lenguaje soez… es que tengo un evento mierdoso de esos a los que no quiero ir… y encima de tener que llevar medias y faja en verano, tengo que ir en metro hasta el sitio… ojalá acabara pronto la tortura…

Perdonadme de nuevo, estábamos con los eventos sociales… que son, según aquel endocrino, eventuales…. Si si, eventuales, ja ja..  ¡Pero si somos el país de los eventos!

Que sí, la boda, que si las despedidas, que si los bautizos y comuniones, que si los premios, que si los divorcios que ahora también celebran, que si los encuentros de los compañeros del instituto, que si las comidas de las amas de casa, que si la cena de navidad, la cena de año nuevo, el día de la constitución, el puente de la Inmaculada, las fiestas del pueblo, los cumpleaños, los santos, el acción de gracias y la nochebuena, el día de todos los santos… y por si fuera poco, la salida de los viernes por la noche porque hemos trabajado duro y nos lo merecemos.

Y eso sin proponértelo, sin tener comidas de empresa, reuniones con clientes, claustros, networking…. No hay un puñetero evento que no lleve detrás una puñetera comida que nuuuuuunca es de dieta porque los bares y restaurantes de este país no saben lo que es eso. La conciencia de los empresarios, empieza a responsabilizarse con los celíacos porque, de lo contrario, se mueren, quizá alguno tenga un menú vegetariano pero como tengas alguna rareza… olvídate de comer. No son versátiles en absoluto. Y como se te ocurra ir de tapeo y te vean en proceso de… ninguno podrá entender que tú estás de tapeo porque no tienes más remedio.

Odio ir de bares. Empecé a odiarlo cuando se convirtió en una tortura para mí cuando todo lo vomitaba y ahora lo odio porque estropea todos mis planes de comidas, de dietas y además es el puñetero ocio de todo el mundo.

Como habrás podido comprobar, el tema de los eventos sociales me toca la fibra sensible… porque es mi más odiado enemigo. Los odio porque no estoy cómoda, porque no me gustan y porque me siento obligada a cumplir. Los odio porque no quiero ir a ninguno, no los soporto y tengo que ir.

En el libro de “Piensa y Adelgaza” te invito a que cuando te reúnas con gente, lo hagas para andar. A mí personalmente, me encanta caminar por el campo, me encantaría tener amigos con los que iniciarme en el buceo, me encantaría contar con personas a las que les gusta hacer el camino de Santiago… pero por alguna extraña razón, todas las personas que me rodean sólo quieren ir a bares a tomar cerveza, el último sitio del mundo al que quiero ir.

No existe una sola bebida que pueda beber alguien que no quiere seguir engordando y el agua no se vende y encima, toda la comida es inadecuada, no hay nada que puedas elegir, no puedes componer una comida certera y además las personas con las que vas, no comprenden tus tribulaciones… si no te adaptas, es que eres una rarita… que se lo digan a un vegano y verás lo que te cuenta… yo no sé cómo serán otros sitios pero éste es el país de la cervecita y las migas y todoooos los problemas del mundo se arreglan en el bar… ¡todos!

Así que, Marisol, no sólo te comprendo, sino que para mí es mi peor pesadilla…. Y si hablo con esta frustración, es que todavía no le he encontrado solución. Pero algo se puede hacer.

Una cosa que se puede hacer es que, siempre que puedas, no quedes en un bar. Queda en el campo para hacer una excusión, o en la ciudad, en un museo para ver arte, en un baño árabe (en granada hay más de uno y son una experiencia increíble) o en un spa, en un gimnasio… en cualquier sitio menos en el bar. No las podrás esquivar todas, pero al menos unas cuantas podrás hacerlo.

Ahora bien, hay dos tipos de eventos gastronómicos, los que permiten elegir alimentos sanos y los que no los permiten. Los que permiten son los restaurantes y los eventos donde te sientas para comer. En estos sitios a lo mejor puedes beber agua e incluso optar por una ensalada o un plato ligero.

Los otros, que desgraciadamente son los más comunes porque son el tapeo granadino o como decís los mexicanos, el abrebocas, que consiste en que pides una bebida y lo acompañas con una comida que nunca es sana ni adecuada y que en Granada es famosa por ser gratuita con la bebida, tienen una solución a medias que he compartido alguna vez contigo y que consiste en que lleves contigo comida portable y saludable como, por ejemplo, unos frutos secos crudos.  Para que puedas hacer una sustitución alimenticia en secreto, sin que se enteren. Así puedes elegir entre la comida y tus frutos secos.

La bebida es complicadísima. La gente suele tomar un refresco sin azúcar cuando está a dieta aunque la mayoría de los refrescos son endulzados con aspartame y éste tiene un inconveniente, aparte de los que se le achacan sobre sus efectos directos sobre la salud y es que el organismo lo interpreta como azúcar y, aunque no sea azúcar, el cuerpo segrega insulina que es lo que provoca la resistencia a la insulina a la larga y lo que hace que engordemos. Según un artículo referenciado en la web muyfitness.com  que se publicó en 1986 en la revista “Diabetes Research and Clinical Practice”, el aspartame provoca una insulina. No ocurre con todos los edulcorantes pero, concretamente con el aspartame sí. Así que en lo personal, he retirado los refrescos de mi vida…. Luego están las bebidas alcohólicas. Por supuesto ninguna, pero cuando no puedes elegir, de todas, la que me parece más aceptable, es el vino tinto por eso de que tiene flavonoides en alta concentración, cosa que no tiene la cerveza y menos el resto de bebidas alcohólicas  pero, claro, no siempre puedes tomar vino tinto. A veces tienes que conducir. Antes tomaba cerveza sin alcohol, pero yo la considero un hidrato y tu proporción tres por uno, aunque seas comedido con los panes y los fritos, se suele ir al carajo. La única bebida que antes se podía tomar en España y que era saludable ya no la ponen por falta de demanda y es el zumo de tomate…. Y, como te digo, el agua no lo venden… así que un rollo perollo. Así que normalmente suelo alternar entre cerveza sin alcohol, vino tinto, y zumo de tomate si hay.

Para mí, ir a un bar, es ir a una trampa alimenticia… todo es difícil y como es difícil prefiero no ir… pero eso no lo entiende nadie. Personalmente la única solución que he encontrado ha sido negociar, proponer ir al mercado y hacernos comidas especiales antes de ir al bar, evitar todas las invitaciones posibles, ser muy selectivo en el restaurante, llevar comida alternativa en el bolso y tomarla en secreto, elegir bebidas lo menos agresivas posibles y tratar de compensar al día siguiente.

Alguna vez un oyente me lo ha criticado pero lo que voy a decir no me lo he inventado ni lo he sacado de una revista de anoréxicas, me lo recomendaba la mejor nutricionista que he tenido y consiste en estar un día tomando sólo fruta y verdura evitando las frutas tropicales y dejando dos horas entre toma y toma, toda la fruta y verdura que quisiera. Yo me compraba un repollo y hala… acababa de repollo hasta las orejas. A veces, en vez de estar un día a fruta y verdura, me proponía un día de pollo que, también acabas de pollo hasta la coronita pero merece la pena intentarlo. ¿Me pregunto qué efecto tendrá el día del pollo sobre la insulina?

Frank Suárez, mi gurú de la nutrición favorito, dice que estar un día a pollo es perfecto para desintoxicarse de la dependencia al azúcar.

Así que si puedes, haz tu día de pollo y hazlo también por mí porque encima de verme obligada a ir a bares, cosa que no quiero y no deseo, encima tampoco puedo hacer el día de la fruta o del pollo… ¡qué frustrante! Se nota que tengo un evento esta semana ¿verdad?

 

 

 

 

 

 

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