Transcripción:

 

Amigos, resulta que mi revelación de la bici globo de la semana pasada, cuando la compartí con la persona de ciencia e inteligente que tengo más cerca, que es mi Paquito y que tiene un coco de oro,  descubrí que no era tal revelación. Con buen criterio tecnológico, Paquito me dijo que no podía supeditar la altura de la bicicleta a mi esfuerzo personal, ya que eso podría ser bastante peligroso en el momento de cansarse y que lo más lógico es que el pedaleo, en vez de servir para ascender, sirviera para desplazarse, por lo que el ascenso no podía estar determinado mediante un calefactor accionado con la dinamo sino que este debería ser independiente y que la biciglobo no debería levantarse demasiado para que, en caso de caída, ésta no nos rompiera la crisma.  Total, que mi cerebro escasamente tecnológico se ha quedado sin ideas. Pero yo no cejo en mi intento de convenceros para que fabriquéis una biciglobo y me regaléis una cuando empecéis a fabricarla en serie.

El arte de la guerra es un libro escrito por Sun Tzu, un militar chino y es el libro más antiguo escrito sobre el tema. Se enfoca en estrategias de guerra que dicen los expertos, puede aplicarse a otros ámbitos como por ejemplo la empresa.  Desde luego, los guionistas de las películas de los años 90, utilizaban algunas estrategias de este libro y voy a demostrarte con ejemplos lo que recuerdo de estas películas.

Según el arte de la guerra, para que tus soldados te hagan caso,  si tienen por costumbre de eso de desobedecer, dice Sun Tzu (a mi que me registren), que hay que dar un castigo ejemplar para que todos entiendan quién manda. Pues bien ésa es la ley de todos los malos de todas las películas de los 80 y estaba pensada para que los espectadores supiéramos cuánto de malo era el  villano de aquellas películas.

Los gansters, terroristas y otras alimañas del cine americano,  correspondían con una matanza salvaje a uno de los suyos si éste no había cumplido con sus mandatos, si se había equivocado o si ponía en entredicho las palabras del jefe.  Era normal del cine de aquellos años que el malo demostrara todo lo malo qué era. Quizá los guionistas de aquellas películas no eran  conocedores del libro de “El arte de la guerra”. Quizá el castigo ejemplar sea una norma universal de violencia como muchas otras que nos tropezamos por el camino y hoy vamos a hablar de eso,  de la violencia que yo he determinado en llamar, violencia nutricional y y no, amigo Steven, no se me ha olvidado tu propuesta.  La tengo programada para la semana que viene. Es que cuando leí tu mensaje ya había programado el tema de esta semana  aunque te confieso que me va a costar porque sé muy poquito de tu propuesta.  No obstante prometo investigar hasta donde llegue el tema de la semana que viene. Como veis de vez en cuando, me gusta ser misteriosa….

¿Qué es la violencia nutricional?

La violencia nutricional,  como la violencia en cualquier otro aspecto,  es el sometimiento de una persona a algo que no quiere hacer mediante la aplicación de la fuerza y que produce un daño físico o psicológico. Aplicado a la nutrición, podríamos definir la violencia nutricional como el acto de obligar a una persona a nutrirse de una forma en la que no quiere hacerlo provocándole un daño psicológico y además un daño en su salud.

Evidentemente hay que establecer una diferencia entre la madre que está preocupada por el hijo que trata de que coma  algo y lo que podríamos llamar violencia y podríamos establecerlo quizá en dos aspectos concretos:

Por un lado, en el hecho de qué atenta contra la salud de la víctima y, por otro lado, que dicha ejecución de la violencia provoca un daño psicológico.

La violencia nutricional no tiene que ver con algún aspecto de la nutrición.  se puede ejercer violencia nutricional tanto para cebar como para matar de hambre.  En ambos casos se le está obligando a la víctima adoptar un comportamiento lejos de sus deseos pide su libertad y de su derecho a elegir su alimentación.

Partiendo de esta idea voy a mencionarte todos los ejemplos que se me ocurren que deberíamos considerar como violencia nutricional para ser conscientes de que podríamos estar siendo víctima de dicha Violencia. Al vernos víctimas,  podemos tomar decisiones que nos liberen.

Hace más de 10 años decidí que luchar contra la violencia sería mi caballo de batalla.  A lo largo de todos estos años, me he dado cuenta de que existe violencia consciente y violencia inconsciente.  Es decir, algunas personas creen que no están siendo violentas cuando si lo están siendo y es una de las lacras más importantes de la sociedad porque bajo la violencia se están ejerciendo abusos en todos los niveles y la dificultad para reconocer la violencia hace que ésta se permita y se ejerza en los aspectos más cotidianos de la vida.  Donde hay relaciones personales hay violencia.  Tampoco deberíamos asustarnos por ello, forma parte de nuestra dimensión como seres humanos y como animales depredadores de esta sociedad.

Me di cuenta de que la lucha contra la violencia es un absurdo.  Ya no gasto mi energía en tratar de tapar el sol con un dedo, es decir, en luchar contra la violencia porque la violencia siempre va a existir. Mi trabajo es, sobre todo,  para que nunca nadie más se autodenomina víctima. Mi trabajo consiste en que las personas de bien tengamos las herramientas suficientes para no volver a ser víctimas nunca más y la primera herramienta es reconocer la violencia.  Si no reconocemos la violencia no podemos defendernos de ella.

Es curioso cómo durante años se ha considerado que la violencia del cine era una violencia psicológica  porque, a fin de cuentas, proporcionaba a las mentes jóvenes, la idea de que podían ser peligrosos pero yo pienso que es una estupidez. Considero que los potencialmente violentos lo serán incluso si se pasaran toda la vida viendo películas de la abeja Maya, y los no violentos, los pacíficos, lo serán incluso aunque se pasen 12 horas diarias matando zombies con un videojuego.

No es la violencia que ven la que influye si no la violencia que no pueden detectar que es bastante difícil, se trata de la violencia que no pueden identificar como tal.  Por eso la primera herramienta que se le da tanto a las personas potencialmente violentas como las que no lo son, es la de que puedan saber qué es violencia y qué no es.

Aclarado esto, podemos seguir con nuestro capítulo de la violencia nutricional y dar ejemplos de lo que considero que es violencia nutricional.

  1.  Obligar a las personas a adelgazar prohibiéndole alimentos esenciales,  prohibiéndoles cantidades suficientes para nutrirse,  agrediendo verbalmente a las víctimas resaltando continuamente su aspecto físico incluso aunque éste sea saludable y bonito. Es un tipo de violencia que ejercen con frecuencia las parejas, y los tutores de deportistas.
  2.  Cebar a las personas: obligarles a comer alimentos que no quieren comer, especialmente si estos son insalubres llenos de grasas, hidratos de carbono, alcohol… es un tipo de violencia que suelen ejercer las parejas. A veces es inconsciente, pero otras veces tiene un claro fin. En el acto de cebar existe el deseo de que la persona que tengamos al lado se sienta insegura y no suponga una amenaza su belleza frente a posibles contrincantes amorosos.
  3.  Violencia Grupal:  es la que ejerce un grupo de personas,  normalmente la familia, pero suele ser también el centro escolar,  o cualquier otra institución donde los sujetos están obligados a comer de una determinada manera y no se le respeta sus ideales nutricionales e incluso hasta sus tolerancias nutricionales.  Cuando a una persona se le obliga a comer algo que no desea o que le afecta a su salud, no lo dudes, eso es violencia.
  4. Violencia nutricional ideológica:  es la violencia que ejercen aquellos que defienden una única forma de nutrición y que pretenden que todos los demás la sigan.  Este tipo de violencia no es una violencia exclusiva de una ideología concreta. La ejercen por igual veganos,  defensores omnivorismo,  corrientes religiosas etcétera.
  5.  Violencia nutricional colectiva:  la ejercen los distintos organismos y hay detrás de los medios de comunicación, los organismos legislativos u otros que pretenden que los ciudadanos elijan una corriente concreta de nutrición.
  6.  La violencia nutricional colectiva no oficial:  es la que ejercen los medios de comunicación, la  publicidad  y cualquier otra corriente pública que discrimina a las personas por la forma de comer.
  7.  La violencia de las industrias:  es la violencia que ejercen las industrias fabricantes de alimentos incluyendo ingredientes en sus productos que doblegan la voluntad de sus clientes generándoles una dependencia con respecto al producto alimenticio que comercializan. La sociedad todavía no ha asimilado que vender esos ingredientes adictivos no se diferencia a vender una droga en lo que respecta a la ética. Por lo menos, con respecto a la droga, sabemos sus consecuencias.

La forma de nutrirnos debería ser una elección personal. Las personas debemos elegir qué alimentos deseamos que formen parte de nuestra vida en todo momento aunque esos alimentos no sean los correctos ni los adecuados para la salud. Todo acto que nos obligue a no elegir nuestros alimentos, sean sanos o insanos, así como aquellos actos nutricionales que atenten a nuestra salud y a nuestra libertad de alimentarnos, son, no lo olvides, actos de violencia. Actos terribles, tan terribles como las del ganster que dispara a bocajarro a sus empleados cuando cuentan un mal chiste sólo para demostrar el esfuerzo que deberían hacer los demás en conseguir que el jefe se ría.

 

 

 

 

 

 

 

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