Dentro de los tipos de violencia, la Guardia Civil menciona la violencia económica como un tipo de violencia entre las que se dan en relaciones de maltrato. Lo descubrí leyendo una página web en la que explicaban los tipos de maltrato que pueden darse entre las parejas. Hasta ese momento consideraba que sólo había dos tipos, el maltrato físico y el psicológico pero nunca consideré la violencia económica como una de las formas de violencia que puede darse en el entorno de la pareja y curiosamente me descrubrí en aquella descripción.

Más común de lo que parece

Empecé a indagar y comprendí que la violencia económica está más extendida de lo que parece estar y que se da hasta en los sectores más honorables e incluso sagrados. Se da entre las familias que dicen quererse. De padres a hijos y de hijos a padres. La ejercen los gobiernos cuando generan impuestos abusivos (sin ir más lejos, el impuesto de sucesiones, ése que exige pagar la herencia antes de cobrarla con el fin de provocar renuncias, es un terrible acto de violencia económica).  La ejercen empresas en sus clientes como, por ejemplo los bancos con sus préstamos usureros, los emisores de tarjetas de crédito abusivas, las empresas de suministros (agua, luz, teléfono…)… hasta un frutero que te enseña una caja bonita de tomates y luego te coge los de la parte que no se ve, eso es un acto de violencia económica en pequeña escala.

Dos tipos de empresarios

No sólo ejercen violencia contra sus clientes las empresas sino también con sus empleados. Considero que en este mundo hay dos tipos de empresarios: los que consideran a los empleados como un gasto y los que consideran a los empleados como una inversión. Los primeros no entienden el valor de su riqueza y tratan de cualquier manera a sus empleados sin darse cuenta de que un buen trato significa mayor beneficio en su empresa: más ideas, más productividad, más compromiso con la empresa… algo que sí entienden los del segundo grupo.

El mal es más profundo de lo que parece. No siempre tenemos ojos para ver. Podemos estar ejerciendo la violencia económica y no ser conscientes de ello y todos en algún momento hemos sido víctimas de un desaprensivo que no respeta nuestro bolsillo.

«El Sr. Pérez y sus crápulas financieros» es el resultado de esta investigación. El título se refiere a un personaje ficticio que protagoniza el libro, un tal Señor Pérez que resulta ser la pobre víctima de todos los ejemplos de violencia económica que he considerado importantes. Pensé que esa era la mejor manera de exponer los casos más comunes de violencia económica con el fin de que la gente pudiera identificarse con los pequeños o los grandes actos de los que es víctima sin darse cuenta.

Saber es la primera herramienta de defensa, pero no la única

No podemos defendernos de lo que no somos conscientes así que lo primero es darse cuenta de que muchas veces, cuando nuestros bolsillos están vacíos, posiblemente no nos hayamos cuestionado qué o quién los vacía. Eso no significa que tengamos que cargar sobre otros  la responsabilidad de nuestras desgracias económicas. De hecho, la responsabilidad es nuestra. Nuestra obligación es ser conscientes de nuestros «saqueadores» personales con el fin de hacer algo al respecto. Por eso, saber es la primera herramienta de defensa, pero no la única.

En el libro explico qué es la violencia económica, quién la ejerce, quién es víctima y cómo podemos elegir dejar de ser víctima. Añado herramientas para, no sólo identificar la violencia sino también para esquivarla como, por ejemplo, sistemas económicos de ahorro (el libro incluye todo un curso sobre eso), sistemas de prevención de manipulación económica, fórmulas para esconder fuentes económicas (ésta es especialmente importante cuando hay maltrato en la pareja)…

Se trata de un estudio profundo de este mal social que tiene dos objetivos principales: por un lado aportar conciencia sobre el mal impune que se está ejerciendo en todos los estratos sociales y, por otro lado, ofrecer soluciones prácticas e individuales. 

 

 

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