En nuestro afán por conquistar los derechos a que las mujeres pudieran escoger los roles masculinos, hemos perdido el derecho a que lo puramente femenino sea respetado.
Recuperar el gozo no significa que la mujer tenga que retroceder en su carrera por alcanzar derechos sino que lo femenino sea importante. Vivimos en una sociedad que ha conseguido que las mujeres progresen en lo profesional y alcance puestos de responsabilidad… pero en una sociedad donde la maternidad no tiene lugar, donde las empresas no comprenden la dimensión maternal de la mujer, ha obligado a la mujer a tener que decidir contra su propia realidad femenina.
Pero este libro no va sólo de eso. Va de lo importante que es que amemos a las cuatro dimensiones femeninas que hay en cada mujer: la niña, la madre, la bruja y la puta. Todas y cada una de estas dimensiones han sido despreciadas y rechazadas tanto por hombres como por mujeres (alentadas, por supuesto, por la propia sociedad). Cada época y cada lugar desprecia con especial inquina una parte de estas cuatro claves: las niñas han sido violadas y casadas a temprana edad y todavía hoy se sigue haciendo. Las madres han sido relegadas a posiciones de esclavitud pese que a que es el rol menos dañado para que las mujeres aceptáramos de buen grado ese único papel que nos permite la honorabilidad pero que no es lo único que nos define. Las brujas, que no eran otra cosa que mujeres sabias, con conocimientos, con luz propia, han sido quemadas y torturadas a lo largo de la historia. A las mujeres sabias se les ha prohibido el arte de curar que tienen innato así como todo tipo de artes asociados a la sabiduría: escribir, cantar, interpretar… La puta se ha despreciado y vilipendiado tanto, que se ha separado de la dimensión de cada mujer para que sólo unas pocas sean quienes ejerzan el rol de amantes, pero desde la esclavitud, desde el desprecio, desde la violencia, la pobreza y la falta de salud. Las prostitutas son el sector del mundo más apaleado y asesinado del mundo. Es la víctima perfecta del asesino en serie debido al grado de desprecio que la sociedad vuelca sobre estas mujeres convirtiéndolas en víctimas que nadie echa de menos.
Hemos alcanzado muchos derechos, sí pero todavía no hemos logrado que la sociedad respete a todos estos tipos de mujeres que vive en todas las mujeres. Todas, en algún momento de nuestras vidas, hayamos vivido como hayamos vivido, hemos sido tildadas de putas, de busconas, de frígidas, de beatas, de ignorantes, todas hemos sufrido el acoso en mayor o menor grado y todas hemos sido juzgadas sólo por nuestra condición femenina.