Transcripción:
No sé si os lo he contado pero yo estuve ocho años trabajando en un banco. Seguro que sí os lo he contado porque, como soy una desmemoriada, me repito más que el día de la marmota. Pero insistiré en mi repetición y os diré que estuve trabajando en Bankinter. Mi forma de entrar en la empresa fue de lo más curiosa. Resulta que yo trabajaba como teleoperadora y tenía unos ahorros que cada vez que me crecían un poco, llegaba mi ex, el que ha inspirado todos mis libros sobre maltrato, y me fundía los ahorros.
Un día, para evitar que eso ocurriera, fui al banco y le dije: quiero contratar un producto en el que yo meta el dinero ahí y ni siquiera yo pueda sacarlo. La empleada me habló de dos productos concretos: un seguro de ahorro y un plan de pensiones y me recomendó el seguro de ahorro porque el plan de pensiones era demasiado ilíquido por aquellos entonces.
Una vez contratado, se lo conté al ex porque si no se lo contaba, de alguna forma se enteraría y sería peor. De hecho él era un aventajado en esto de las finanzas y me hacía la declaración de la renta y se enteraba de todos mis movimientos bancarios. Bueno, me hacía la declaración, me registraba los bolsos y los monederos, me fiscalizaba la ropa… en fin, todo lo que acostumbra a hacer un maltratador.
Cuando se enteró de que había contratado un seguro de ahorro, no te puedes imaginar la de gritos e insultos y amenazas que tuve que soportar y me obligó a darlo de baja tratando de convencerme de que me estaban engañando cuando en realidad, no me estaban engañando, me estaban vendiendo lo que yo había pedido.
Y fue justo en ese momento, no lo olvidaré, con el teléfono en la mano, la mirada perdida hacia la ventana de mi habitación y la rabia que tenía dentro de mí, cuando me dije: “esto no puede seguir así, tengo que aprender cosas de dinero”.
Y dicho y hecho, en cuanto apareció la primera oportunidad de trabajar para un banco, me presenté como voluntaria y empecé a trabajar como teleoperadora para Bankinter, atendiendo a los clientes en banca telefónica. Hacía de todo lo que puedes hacer en un banco por teléfono: transferencias, tarjetas, traspasos, suscripciones… lo que es una operativa común y corriente del banco. Pero yo quería ser especialista en bolsa. Quería aprender sobre inversiones y para eso tenías que ser empleado del banco. Así que un día le escribí una carta al banco explicándole por qué era una ventaja para ellos que me contratarán a mí.
El banco estaba contratando chicos jóvenes recién sacados de la carrera y yo ya hacía mucho tiempo que había terminado mi carrera y además no tenía nada que ver con finanzas. Pero yo les dije que había algo que me aventajaba con respecto a esos chicos y es que para ellos, entrar en Bankinter sólo era su primer trabajo y que tarde o temprano buscarían algo más importante para ellos pero para mí era la gran oportunidad y yo les sería fiel todos los días de mi relación con ellos. Así que me contrataron y cumplí con mi promesa: les fui más fiel al banco que el banco a mí. Conseguí ser especialista en fondos de inversión y luego en bolsa. Conocí al dedillo todos los productos de inversión que ofrece un banco. No son todos los que hay y desde luego, el mercado cada vez es más amplio y cada vez hay más oportunidades de invertir al margen de los bancos… pero supe todo lo que podía estrujarle al banco en lo tocante al dinero y supe que cuando aquella mujer me vendió el seguro de ahorro no era ella la que me estaba engañando… era mi ex.
Ha pasado mucho tiempo de eso, pero a mí me sigue encantando el mundo de las inversiones. Sigo leyendo, estudiando, escribiendo (de hecho en el libro “Tú eres dinero” que escribí el año pasado, hablo de las inversiones y de la creación de empresa) y por supuesto, sigo invirtiendo.
Y consumo todo lo que encuentro en la red sobre finanzas. Ya sabes que yo siempre te hablo de los podcast y los libros que escucho y leo y en cuanto a este tema te puedo recomendar a Uxio Fraga que es muy bueno en trading, territorio bitcoing que es para invertir en criptomonedas y hace poco descubrí a unos gallegos geniales que hablaban entre sí y hacen análisis fundamentales de inversiones y me gusta como hablan pero hace poco perdí mis suscripciones del Ivoox y tengo que redescubrirlos. Cuando lo consiga, os digo el nombre porque son muy buenos y además escriben para personas que quieren empezar. (Se llaman «Value Investing» y puedes encontrarlos aquí)
Entre los libros de finanzas, es difícil encontrar un libro que te apasione sin saber nada de bolsa y finanzas. Yo actualmente estoy creando un curso de iniciación a la inversión y me estoy apoyando mucho en un libro que se llama «Fundamentos de inversión»… para quienes nunca han invertido puede que sea un poco pestiño.
Entre los libros que no son de métodos de inversión sino de ideas inspiradoras, hay uno que se llama “El tao de Warrent Buffet” que a mí personalmente me encantó y hay otro del que fue inversor de Bankinter, mi banco, que fue un hindú afincado en canarias que tiene un ojo extraordinario para las inversiones y que escribió un libro que se llama “Los secretos para ganar dinero en la bolsa”… no son los únicos libros inspiradores de finanzas ni tampoco los mejores pero a mí personalmente me gustaron mucho.
Aunque he visto muchas como «Wall Street» o «Margin Call», Entre las películas me quedo con dos genialidades: «El lobo de Wall Street», altamente recomendable porque explica dónde radica la ganancia del corredor de bolsa y a mí eso me abrió los ojos para otras cosas relacionadas con mi vida y con el mundo de los negocios y “La apuesta” una película también basada en hechos reales que habla de cuatro inversores que descubrieron la crisis de las suprime antes de que se iniciara. Es decir, la crisis que hemos conocido.
Bueno, pues te voy a hablar de un sistema de inversión que se explica en esa película. Intentaré ser sencilla, breve y clara. Si nunca has conocido el mundo de las inversiones hoy vas a recibir la primera clase ¿te apetece?
Imagínate que montas una empresa, como por ejemplo, Trebolarium. Es una editorial de libros y cursos que necesita muchas cosas: necesita invertir en publicidad, necesita invertir en personal para que otras personas lleven las cuentas, el marketing, la atención al cliente, el tema informático…. Así que Trebolarium necesita una inversión y la puede hacer de dos maneras, o bien pide un préstamo (cosa que lo tiene difícil porque los bancos sólo prestan a los que tienen dinero), o bien, pide una inversión a cambio de un trozo de empresa. Si la empresa sube, el dueño de ese trozo, gana beneficios de la empresa. Eso son las acciones, trozos de empresas. A cambio de comprar empresas, ganas dividendos…. Y no te voy a liar más porque la bolsa se puede complicar todo lo que tú quieras y lo único que necesitas saber es que puedes comprar trozos de empresas.
Ahora te voy a hablar de los fondos de inversión. Imagínate que quisieras comprar un trozo de Trebolarium pero resulta que una simple acción vale 1000 euros (que todo se andará) y que no tienes 1000 euros para comprarla. Por eso existen los fondos de inversión.
Los fondos de inversión son compras colectivas de acciones y otros activos financieros y los lleva un tipo que sabe mucho de inversiones al que le llaman Gestor del Fondo.
Pues bien, imagina que tú inviertes 10 euros en un fondo que tiene acciones de Trebolarium. Tú no posees una acción de Trebolarium sino sólo un trozo del fondo que tiene acciones de Trebolarium… espero no liarte mucho. Si es así, descansa porque no te voy a liar más. Aquí me quedo para explicarte lo de la película.
Bueno pues, uno de los protagonistas de la película “La apuesta” eran dos muchachos jóvenes gestores de un fondo que les estaba yendo muy bien y que hacían lo siguiente: compraban pequeñas cantidades de acciones de empresas que eran muy baratas porque todavía eran jóvenes y no habían demostrado todo su potencial. Si perdían dinero, perdían muy poco pero si ganaban, podían ganar muchísimo.
Esta técnica de inversión podría englobarse dentro de las llamadas stock picking que viene a significar, selección de títulos bajo un criterio. Como ese término me encanta, yo lo uso para muchas tonterías que no tienen nada que ver con la bolsa. Por ejemplo, cuando voy a buffet libre (que, gracias a Dios que ya no voy), digo que voy a hacer stock picking y con ello quiero decir que voy a probar de todo.
Y de eso vamos a hablar, del stock picking aplicado a la nutrición. En el libro “Piensa y Adelgaza”, te hablo de una dieta en la que me introdujo una dietista que usa precisamente esa técnica y además, la semana pasada estuvimos hablando de desayunos variados ¿te acuerdas?
Pues bien, la técnica del stock picking que yo utilizo cuando quiero hablar una selección variada de algo, puede utilizarse para programar tus comidas y hacer una dieta que sea poco concentrada en perjuicios, que atienda a unos principios generalizados, a tus propios gustos, que te permita ampliar horizontes y que además te permita reducir riesgos nutricionales como el colesterol, diabetes y todas esas cosas. En nuestro símil financiero es la técnica de la diversificación. Cuanto más diversificada es tu cartera de acciones, menos riesgo tienes de perder todas las inversiones y más capacidad de control de riesgo porque si un activo no funciona como debería siempre puedes liquidarlo e invertir en otro. Un empleado de la banca te diría que es “no poner todos los huevos en la misma cesta”, una metáfora por otro lado nutricional, que me invita a pensar que mis asociaciones no son tan alocadas.
Si imaginas que todos los días tomaras el mismo alimento, al final desarrollarías una serie de enfermedades relacionadas con ese alimento. Imagina que todos los días tomas crucíferas. Son muy buenas para muchas cosas pero ¿te acuerdas que te dije que tienen goitrógenos y que podrías desarrollar un hipotiroidismo?
Imagínate que todos los días comieras carne roja… pues tarde o temprano, desarrollarías ácido úrico.
Imagínate que sólo comieras pan o alcachofas…
Cada alimento incide de una manera determinada. Beneficia unas cosas y perjudica otras. Si todos los días comemos ese alimento, estaremos incidiendo una y otra vez sobre los mismos aspectos de nuestro cuerpo. Al cabo de los años nos faltarían algunas cosas y nos sobrarían otras.
Las dietas que hemos hecho hasta ahora hemos creído que son variadas y son variadas en la forma pero no en el contenido. Una pizza, una hamburguesa, un plato de espaguetis, unas migas con chorizo y un bocadillo son cinco variedades de un único alimento. Si cada día de la semana comiéramos un plato distinto de entre los mencionados tendríamos la sensación al finalizar la semana que estamos comiendo variado… pero no, estamos comiendo lo mismo.
Hace unos meses vi un reportaje que culpaba a las grandes industrias agroalimentarias de impedir que los cultivos sean variados y esto ha tenido como consecuencia que una ingente variedad de vegetales que se comían antes hayan desaparecido de nuestros platos y lo que es peor, de nuestros campos.
Recordarás que tengo en mente hacer un curso que aún no he terminado de alimentos olvidados donde pretendo recoger alimentos silvestres y he encontrado un libro de plantas silvestres que se comían tradicionalmente en la zona mediterránea y de la que ya no sabemos nada. Apenas usamos la rúcula y el canónico, introducida por cierto (bueno, mejor dicho reintroducida) como si fuera una novedad por los supermercados hace unas décadas. Pero la rúcula, la carqueja, la verdolaga, la malva, la borraja, la ortiga, el diente de león, las collejas y muchos cardos eran a menudo ingredientes de tortillas, revueltos, sopas y guisos. Todo eso ha desaparecido.
Si vas a una frutería en Almería, por ejemplo encontrarás: pepino, pimiento verde, tomate, cebolla, calabacín, berenjena, col, coliflor, champiñones, plátanos, manzanas y naranjas. De vez en cuando traen algo extraordinario pero eso es todo. Doce productos vegetales en un mundo con más de 8,7 millones estimados de especies vegetales de las que se conoce apenas un 15% de especies terrestres y marinas y entre las que se consumen o se han consumido sólo unas 4.000 si mis números no me fallan. Increíble ¿verdad? Pues eso pasa, por lo menos en toda Europa.
Una vez viajé a Estados Unidos y concretamente en Illinois en otra época de mi vida y entré en un supermercado estadounidense de Milwaukee… nunca he visto una fruta y una verdura más perfecta y bonita… se parecía a mi frutería de juguete de cuando era niña… todo brillante y verde como si fuera de plástico… pero eso sí, pobre en variedades. Más o menos lo que en las fruterías almerienses pero también había pencas de nopal y hojas de aloe vera.
La variedad consiste en que de cada fruta hay tres o cuatro variedades: por ejemplo, aquí en España puede haber, que me corrijan los expertos pero yo diría como diez tipos de manzanas, manzana arriba, manzana abajo. Pero como no te gusten las manzanas… apaga y vámonos. Igual con las lechugas: que si la iceberg, los cogollos, la romana… en mi pueblo, por cierto, a la lechuga romana le llamamos orejas de burro y aprovecho para enseñarte una ensalada que me inventé yo y que está buenísima.
Como a mí la lechuga no me gusta con otros vegetales, yo la cojo la lavo, la pico, la echo en una fuente y en una batidora echo el aceite que le echaría directamente, el vinagre que le echaría directamente, la sal, un ajo y levadura de cerveza. Lo bato y se lo echo a la ensalada y ¡hala, a comer!
En realidad está buena por lo sencilla y simplona.. es la Lechuga la que hace el trabajo pero concretamente esa lechuga, la de orejas de burro. Sinceramente, la iceberg no me gusta un pelo.
Volviendo al Stock Picking, te propongo el siguiente proyecto dietético y es que trataras de no repetir alimento en toda la semana ¿tú crees que sería posible? Bueno, para que sea posible deberías inventar un sistema parecido al que me inventé yo para lavar la ropa, que te va a hacer gracia.
Antes, cuando iba al cesto de la ropa, cogía la ropa del color dominante visualmente hablando y ponía una colada y eso tenía un problema y es que toda la ropa interior se iba al fondo y al final tenías una deficiencia de calcetines y otras prendas. Así que inventé un sistema de lavado de ropa para que nada se quedara en el tintero y como soy muy olvidadiza y despistada, inventé un plan asociado a los días de la semana para que de forma intuitiva pudiera averiguar qué tocaba lavar ese día y lo comparto contigo por si crees que te puede ayudar.
Los lunes son el día de la luna y cuando yo visualizo una noche de luna llena, por algún motivo lo veo todo azul así que es el día de lavar los azules y verdes. Los martes, son los días de Marte, el planeta rojo, así que ese día lavo las prendas rojas, naranjas. Los miércoles, mercurio, así que negro. Los Jueves, Júpiter, un planeta del que no sé nada, así que lavo toallas. Los viernes, venus, el planeta que tiene el mismo nombre que la Diosa sexi así que es día de lavar ropa interior. Para el sábado está todo lavado así que pongo una lavadora de los extras si hay (mantas, colchas, etc.) y los domingos son los días del sol… por tanto se lava la ropa blanca. Así que cuando tengo que poner la lavadora, no tengo que decidir qué voy a lavar sino que me pregunto qué día es.
Pues este sistema es perfecto para ser aplicado a la dieta de la semana y debe adaptarse a tu rutina. Yo te voy a dar un ejemplo de planing adaptado a mi vida para que tú elijas tu sistema de stock picking.
Yo sé que los miércoles por la tarde tengo mi clase de pilates. En esa clase ponemos muchas posturas extrañas así que más vale no tener gases. Por tanto, nada de legumbres el miércoles. También sé que un fin de semana sí y otro no, viajo a Granada y mis comidas suelen ser, la cena del viernes completamente desajustada, el sábado de dieta y el domingo otra vez desajuste…. En función de con quién comemos y cómo planean las comidas.
Así que los lunes deberían ser fresquitos y depurativos. Por eso empiezo por vegetales y una proteína. Los martes legumbres, los miércoles vegetales y proteína, los jueves podrían ser hidrato, los viernes vegetales y proteína, los sábados en Almería son días de pescado y los domingos son días de arroz. Esto es al medio día. Porque por las mañanas, desayuno proteínico y por la noche siempre es vegetales y proteína más una pieza o dos como mucho de fruta. Un día a la semana, además deberías invertirlo a aprender una receta para, con el tiempo, acabar con una variedad sorprendente. Este es mi plan, el que he conseguido llevar a la práctica después de muchos años de lucha.
Ahora bien, los días de vegetales y proteína, se pueden elegir entre pescado, huevos y carnes y variedad de vegetales y procuro que cada día sea diferente. Si ayer comí brócoli, hoy calabacín y si la vez anterior fue pescado, ahora, carne y si la vez anterior que comí carne fue cerdo, ahora pollo. Y con el pescado lo mismo. Y con las formas de cocinar podemos hacer lo mismo: si la vez anterior fue asado, hoy a la plancha.
Con los días de legumbre igual: si la vez anterior fueron lentejas, hoy son frijoles o habichuelas como decimos aquí, que por cierto, distinguir la vaina de la semilla es un mundo según donde vayas. En Granada distinguirnos entre habichuelas, que es la semilla y habichuelas verdes, que es la vaina. Los madrileños distinguen entre judías, que es la semilla y judías verdes, la vaina y los jienenses se complican un poco más y hablan de habichuelas y habicholillas pero ni idea de cuál es cual. En Latinoamérica sois muy de frijoles pero no sé cómo llamáis a las vainas.
Bueno, volviendo al tema, que si un día tomáis lentejas, otro día habichuelas y otro, guisantes y otro habas, y otro azuquis y otro garbanzos, y con las formas de guisarlas igual; un día en guisado, otro día en humus, otro día en ensalada y otro día salteados.
Y con los hidratos igual: un día tubérculo, otro día pasta, otro día arroz…
Con los frutos secos igual: un día anacardos, otro almendras, otro nueces, avellanas, nueces de macadamia… y con las frutas igual.
Cuando comes así no tienes que pensar qué comer cada día, ni consultar el planing del frigorífico sino que tu lógica trabaja por sí sola y te permite tomar decisiones eficaces sobre cómo organizar las comidas. Sabes exactamente qué toca y cómo toca y además lo intuyes, no tienes que tenerlo apuntado.
Y si no quieres hacerlo por días, lo puedes hacer incluso por comidas. Si esta mañana he desayunado tortillas de habicholillas (no sé si voy bien encaminada), este medio día como pollo con espárragos y una bolita de puré de patatas y si he comido eso, esta noche, ensalada de pimientos asados con atún y huevo y así sucesivamente…
Cuando haces stock picking con tus comidas mejoras el sistema de decisiones, la inversión monetaria porque así no tienes que comprar un kilo de patatas sino que sabes que esa semana vas a consumir dos porque sois dos personas y sólo vais a comer un día a la semana. Sería una dieta muy rica porque podrás elegir entre huevos de gallina, de perdiz o de oca que ahora los venden y estoy soñando con probarlos y entre las diez frutas del súper y los distintos pescados y carnes… es posible que haciendo estas combinaciones no comas igual ningún día del mes. Y además puedes seguir con las prescripciones dietéticas que te planteas: el tres por uno, la dieta cetogénica, paleo, vegana…
Para finalizar este capítulo, te voy a hablar de algo valiosísimo que es el concepto de hormesis.
La hormesis es un concepto que está de moda pero que es más viejo y permitidme la soez expresión que voy a usar, más viejo que el cagar porque Paracelso ya hablaba de eso e incluso hasta Hipócrates. Pero desde un punto de vista científico, la hormesis es un fenómeno que ocurre en toda sustancia tóxica o venenosa que consiste en que en función de las cantidades, la curva de toxicidad no es igual sino que forma una U invertida. Esto significa que a muy pequeñas cantidades, lo venenoso es beneficioso, es decir que no mata porque no es la dosis suficiente, pero estimula los sistemas de defensa del organismo. Por eso dicen que el ejercicio es hormético, porque sometemos al cuerpo a un estrés que no lo mata sino todo lo contrario. ¿Sabías que existen personas cuya profesión es viajar por todo el mundo para recopilar venenos? De los venenos animales o vegetales se extraen muchos medicamentos. Y es que al final, el mundo lo podemos interpretar como que todo es malo y depende de la cantidad o que todo es bueno y depende de la cantidad. Yo soy de las de todo es bueno. Por eso deberíamos consumir mucho de lo que nos sienta bien y muy poquito de lo que nos hace daño y esta vez no hablo de comidas. Hablo de personas, de libros, de conocimientos, de experiencias… ya sabes, mucho de lo bueno y un poquito de lo malo porque el cuerpo se cansa de lo bueno y se adapta y se vuelve vulnerable.
Regresando este concepto de la hormesis a nuestra dieta de stock picking, si te fijas estaríamos haciendo hormesis todo el tiempo.