La puntuación de un texto no es ni más ni menos que el ritmo de su melodía, al igual que en una canción decidimos en qué momento el hombre del platillo va a dar su estruendosa señal. Por eso es importante saber utilizar la puntuación, para señalizar la musicalidad del texto. Y sólo hay tres formas de mejorar la puntuación para que ésta se convierta en fiel reflejo de lo que deseamos decir y, sobre todo, del tono en el que deseamos hacerlo, el ritmo de nuestra melodía y el orden de las ideas a exponer.
La primera forma es tan sencillo como conocer las normas y tratar de aplicarlas. Afortunadamente, tenemos sobrado material grauito que nos permite conocer las normas de puntuación, como por ejemplo, su explicación en Wikipedia.
La segunda es todavía más importante, si cabe y consiste en leer los textos de escritores que a lo largo de sus carreras han demostrado un importante dominio del lenguaje. La puntuación no es una regla fija y varía con el tiempo así como con la intención y por tanto, la lectura compulsiva se convierte en el mejor maestro.
La tercera técnica es tan sencilla como leer en voz alta. Cuando leemos en voz alta, sabemos perfectamente cuándo deseamos parar, qué pausas van a ser cortas, largas, cuándo la pausa va precedida de una palabra con una tonalidad que se empequeñece o bien que mantiene el tono convirtiendo la pausa en una coma. Y es que, ya que hablamos de música, tenemos que escuchar la propia música, leyendo en voz alta nuestro texto todas las veces que sean necesarias.
Esta pequeña lección pertenece al curso «Cómo escribir una novela» disponible pinchando en la imagen.