«Dame tu ropa, tus botas y tu motocileta»
Si te suena esta frase, tengo malas noticias: eso quiere decir que, o eres un cinéfilo sin cortapisas o, lo más probable, eres un viejuno o viejuna como yo…. pero no te preocupes, aún estamos en forma.
Si no sabes de donde viene la frase…. ¡Tienes deberes! Esos son los deberes que les mando a mis alumnos, ver películas o leer libros. Mola ¿eh?
En cualquier caso no te dejaré con la intriga: esta frase viene de una película que se titula Terminator (la primera). En la película, la que es la monja más cuadrada del mundo («Sor Seneguer», chiste tan antiguo como la película) es una máquina que viene del futuro a matar a Sara O’connor, la futura madre del niño que ganará la guerra contra las máquinas en el un tiempo posterior.
Terminator llega desde el futuro desnudo y entra en un bar y, a uno que es tan alto como él, le dice esa mítica frase (que, por cierto, años después se convertirá en uno de los sketchs más locos de José Mota) y le pide lo que necesita para seguir con su misión de destrucción. Con esa escena nos enamoramos del antagonista y con las que vinieron después nos asustamos mucho de él (especialmente esa en la que se autorrestaura).
Viajeros del tiempo
A partir de esa frase mítica, se construye una de las historias que contiene en sí misma la gran pregunta que nos hacemos los escritores: las paradojas del viaje en el tiempo. ¿Al viajar en el tiempo torcemos el trascurso de la historia?
No sé si alguna vez podremos saberlo realmente pero lo que sí sé es que, si hoy en día hay auténticos viajeros en el tiempo, somos nosotros, los escritores. Viajamos al futuro de nuestras historias para escribir el presente y a veces al revés.
Pero no es posible un viaje en el tiempo sin una estructura. Muchos escritores creen que estructurar una historia es muy difícil y tienen razón en parte. Puede ser todo lo difícil que te propongas. A mis alumnos yo siempre les doy al fórmula más sencilla a partir de la cual se puede hacer un gran trabajo. Le doy lo básico para empezar: la ropa, las botas y la motocicleta.
Cómo empezar
Para empezar un libro, uno tiene que saber, a grosso modo, qué va a pasar al principio, qué va a pasar al final y qué será necesario para llegar de una forma lógica desde el principio hasta el final y da igual que estemos hablando de ficción o no-ficción. Eso se hace trabajando una estructura.
Si le preguntas a un escritor cómo se estructura un libro te puede dar una ingente cantidad de consejos que entran en un abanico con extremos que van desde lo más simple donde tropezaremos con escritores que se autodenominan «brújula» y, en el otro extremo, te angustiarás con todo lo que hay que hacer donde se sienten cómodos los escritores que se autodenominan «mapa».
Por cierto, como diría Juan Ramón Jiménez «El primero que dijo <<dientes como perlas>> era un genio, el último es un idiota». Ahora mismo soy una idiota por seguir hablando de escritores-brújula y escritores-mapa. Espero subsanarlo al final del artículo.
Los brújula sólo necesitan un norte y ya decidirán el camino. Los mapa necesitan proyectar todo el camino. Pero un brújula jamás podrá adaptarse a un mapa ni viceversa. Los brújula con frecuencia se pierden en la historia y los mapas, con frecuencia se pierden en la planificación excesiva.
Yo propongo un punto intermedio accesible tanto para los brújula y como los mapa a partir del cual pueden trabajar los dos perfiles de escritores. Se basa en el proceso contrario a cómo te enseñaban a estudiar.
¿Alguna vez te han enseñado a estudiar a la antigua?
Era un sistema cutre y aburrido… pero resulta que nos es muy útil para invertirlo y aprender a estructurar una novela o un libro de no-ficción. Primero leíamos, luego subrayamos y luego… hacíamos un esquema. ¡Ahí esta la clave! ¡En el Esquema! Estructurar es empezar por la última parte de estudiar. Hacemos el esquema y a partir de ahí empezamos a escribir nuestro proyecto. Fácil y útil. Aún más fácil si sabes jerarquizar un texto en un simple word.
Sabes adonde ir… e ir.
Escribir un libro consiste en saber a dónde ir… e ir. Te parecerá una perogrullada pero es todos los escritores que dejan los libros a medias tienen uno de esos problemas: o no saben adonde ir o no saben ir, es decir, o no saben hacer el trabajo previo a escribir un libro (estructurar un libro, preparar los personajes, preparar los temas, apartados y subapartados en caso de no ficción, estructurar un capítulo etc) o no saben ir, es decir, no tienen el hábito de escribir.
Así que lo básico para arrancar, la ropa, las botas y la motocicleta, no es ni más ni menos, que dominar la estructura y dominar el hábito. Teniendo dominadas estos dos asuntos, los demás retos serán fácilmente sorteables.