(Transcripción):
La cosa está repartida entre Kirk Douglas, su hijo Michael Douglas y quien protagoniza el podcast de hoy…John Travolta y estoy segura de que si le pidiera a mi tita Loli que me ayudara a decidir cuál de los tres actores tiene el hoyuelo en la barbilla más sexi, estoy convencida de que me sacaría de dudas enseguida y se decantaría por Travolta aunque hay que reconocer que la cosa está reñida. A mí Michael me encandiló en “Tras el corazón verde” una de mis top… no sé top 20 o por lo menos top 100. Me gustó tanto esa película que a partir de entonces Michael Douglas se ganó todo mi amor cinéfilo y todo lo que hace he decidido que me gusta nada más que porque él está ahí. Sin embargo, tiene un hoyuelo un poco más discreto que los dos hoyuelazos que ostentan su padre y John Travolta. Kirk, me queda un poco lejos cronológicamente hablando (no soy tan vieja como para que me guste ni kirk, ni John Wayne ni ninguno de aquellos grandes) pero John Travolta, uno de los actores que más le gustan a mi tita Loli, está claro que gana por hoyuelo y por generación, Obtiene, eso sí, una victoria pírrica pero resulta ganador según mi baremo. Desde luego, los hombres que me estéis escuchando estaréis pensando… ¡vaya rollo!
Así que por respeto a ellos dejaré de hablar de hoyuelos cinematográficos masculinos.
Bueno, pues ese hoyuelo tan sexi…. ejem, ejem…. John Travolta pertenece a la Cienciología. ¿Te acuerdas de que hace unos podcast atrás te hablé de Leah Remini y su programa de la Cienciología? A mí me encanta ese programa porque me gusta saber cómo funcionan las sectas porque quiero investigar sobre la desprogramación, un tema fascinante en el que quiero ahondar por muchos motivos y sobre todo, para aprender y enseñar a trabajar la fuerza interior que es algo que me interesa mucho… bueno, pues el caso es que en el programa de Remini, todas sus historias son presentadas por Remini junto a Mike Rinder, un ex-ejecutivo de la cienciología que trabajó codo con codo junto a David Miscavige, el más alto mando de la Iglesia de la Cienciología y un auténtico depredador.
El caso es que Mike Rinder cuenta que un día, John Travolta, que pertenece a la Cienciología, le preguntó a Rinder si le aconsejaba hacer Pulp Fiction a lo que Rinder le aconsejó que no hiciera la película. En el programa de Remini se reía y decía “menos mal que John Travolta no me hizo caso”.
Y sí… menos mal porque hacía mucho tiempo que no se le veía el pelo a Travolta y a partir de aquella película volvió a ver el éxito, que, por cierto, se debe a esa buena costumbre que tienen algunos directores de volver a resucitar grandes intérpretes que esta cruel industria escupe sin piedad cuando se vuelven viejos o cometen algún error personal o profesional.
Pero no nos alejemos mucho porque hoy quiero hablar de malos consejos, como el que Mike Rinder le dio a John Travolta quien, por fortuna, desobedeció.
Y este tema me lo ha inspirado Flow Al Compás…. Que, por cierto, me gusta su Nick, es muy gracioso, Flow al Compás… Flow me dijo que había escuchado que yo vendía productos para adelgazar a personas más delgadas que yo y que eso daría para siete capítulos…y me hizo gracia y dije, bueno siete no, pero por lo menos uno sí que voy a hacer.
Creo que os he contado ya un montón de cosas de mi vida pero hoy os contaré de mi vida postcrisis pero seré muy resumida: Yo trabajaba en un banco diciéndole a la gente cómo estaba el mercado para invertir… era un trabajo muy bonito, la verdad y he aprendido mucho de aquel trabajo. Pero para estar con mi familia renuncié a aquel precioso trabajo y me fui a una oficina de mi ciudad natal para estar con los míos. Aprovecho este inciso para decirte que no te vayas a otro país a buscar las habichuelas… usa la imaginación y crea las habichuelas en tu pueblo, que verás cómo ayudas a todos los tuyos y hoy en día ya no necesitas irte a ninguna parte. Internet lo hace por ti.
Bueno, pues me fui con los míos y en el nuevo trabajo me fue fatal. La gente de allí era horrible, todos se hacían la zancadilla entre sí, los jefes eran penosos y no pude encajar… uno de aquellos jefes me hizo mobbing hasta conseguir mi despido. Pero monté mi negocio que era un herbolario. Lo que viene después ya te lo contaré otro día. Ahora te voy a hablar de Tisanas de mi Abuela que es como se llamaba mi herbolario y que tiene una web que todavía funciona. De hecho, antes comprabas el libro “Piensa y Adelgaza” en la web de Tisanas. Ya no es un herbolario. Ahora lo quiero convertir en una gran página donde se habla de plantas porque adoro las plantas.
Cuando abrí mi herbolario compré un montón de cosas para vender. El herbolario me lo daba todo a la vez que me sacaba la sangre porque no conseguí que funcionara dado que lo había montado en mitad de una crisis y me faltó fluidez. Con los años descubrí los errores que había cometido y creo que ahora sabría cómo montar un herbolario. De hecho he sido consejera de alguna amiga que se ha lanzado a la aventura.
Hice lo mismo que hacía cuando trabajaba en el banco, que estudié muchísimo sobre el sector y leía sobre plantas todos los días. Investigaba sobre sus propiedades, me leía estudios y así llevo tranquilamente ocho años estudiando diariamente así que tengo un conocimiento, quizá no experto, pero sí avanzado sobre el sector.
Hoy en día te puedo decir que he estudiado más años en plantas, finanzas y superación personal que los años que dediqué a mi carrera.
A mí me interesaba mucho el tema de las plantas para adelgazar. Estudié todas ellas, leí sus propiedades, las consumí y llegué a una conclusión: que los suplementos para adelgazar, se vendan en una farmacia o en un herbolario, son una trampa.
Verás, te voy a contar algo importante. Hay dos tipos de suplementos herbales para adelgazar: los caros y los baratos. Todos ellos tienen lo mismo en común y es que no adelgazan. Para adelgazar necesitarías hacer dieta y ejercicio y quizá ayuden un poco tomados con constancia (¡años de constancia!). Si tú tomas un suplemento y mañana has adelgazado cinco kilos, te aseguro que eso es un veneno, o te han metido una tenía en el cuerpo o una droga mala… y eso es lo que te puedes encontrar si compras en el mercado negro algo que te venden para que adelgaces en un chasquido de dedos. Todo lo que es legal y se vende en un herbolario y en una farmacia no adelgaza.
Te dije que había dos tipos, los caros y los baratos… bueno pues los caros son los más peligrosos porque te dan la falsa idea de que como cuestan un ojo de la cara tienen que ser efectivos. Pues de efectivos nada. Son iguales que los baratos sólo que los venden caros para que pienses que son más efectivos.
Y ahí es donde está la trampa: como piensas que adelgazan, te relajas y sigues con tus hábitos y al final engordas porque piensas que al tomar el suplemento estás equilibrando lo que comes.
Imagínate que tienes una cartilla de ahorros y todos los días metieras cien euros y sacaras 10. Al final del mes tendrías una suma importante de dinero en el banco ¿verdad? Pues eso es lo que haces cuando tomas un suplemento para adelgazar, que sacas 10 pero crees que estás sacando los 100 que metes y estás la mar de relajado…. Bueno como efecto psicológico puede que esté bien, pero habrá dos números en tu vida que se estarán quejando: los de tu balanza y los de tu cuenta corriente.
Caros e ineficaces la mayoría de todos ellos… por lo menos los que tienen la etiqueta de que adelgazan. Además funcionan por modas. Sacan una planta que adelgaza, hacen un suplemento que suele costar entre 20 y 30 euros que dura un mes de algo que a ellos no creo que les cueste más de 2 o 3 euros. La explotan como la nueva planta que han descubierto que adelgaza. Todo el mundo se vuelve loca para comprarla y probarla y como te dicen que tienes que ser constante para ver resultados y la gente nunca lo es (tanto por dinero como por incluirlo en su rutina), están salvaguardados. Cuando la moda se pasa, sacan a la luz otra planta que han descubierto.
Todo esto yo lo sabía cuándo alguien entraba en el herbolario para pedirme algo para adelgazar. Imagínate cómo me sentía yo cuando alguien entraba pidiéndome alguno de estos suplementos. Bueno, si entraban y me decían “Dame garcinia”… pues ahí la responsabilidad no era mía. Yo le daba su Garcinia y arreando. El problema era cuando entraban por la puerta de mi precioso herbolario (te aseguro que era bien bonito mi local) y me decían la maldita frase.
¿Qué tienes para adelgazar?
Ahí, justo ahí…. empezaba mi calvario ético porque yo necesitaba vender para sobrevivir pero a mí lo que me apetecía era decirle que no se gastara el dinero en esos suplementos chorras y que apostara por otras plantas para mejorar otras cosas diferentes porque, te lo aseguro, las plantas son geniales para muchísimas cosas menos para hacer milagros. Así que optaba por darle una verdad que a mí me permitiera sentirme bien conmigo misma y les decía que yo había probado todos los suplementos que yo misma comercializaba para adelgazar y que personalmente los que más me gustaban era la garcinia y el mango africano pero sobre todo, la garcinia. Ahí no estaba hablando de eficacia, hablaba de gustos y además decía la verdad porque el mango africano es una fruta que me encanta. Bueno, el africano, el latinoamericano y el granaíno porque sí, señores, en Granada se cultiva fruta tropical y tenemos mangos, unos aguacates de esos mantequillosos exquisitos, cultivamos carambola, somos los reyes del chirimollo y además tenemos un plátano autóctono que sólo los granadinos hemos tenido el placer de probarlo porque tiene un sabor que no se parece a ningún plátano que hayas probado y a mí, personalmente, me gusta más que ningún otro. Es ácido y dulce a la vez… como un chicle de fresa ácida… pero con un increíble sabor a plátano. Alucinarías. Y todo eso lo cultivamos en nuestra costa. Si te vas a Almería ellos no los pueden cultivar porque tienen otro clima, es alucinante y si te vas a Málaga pues, nunca me he comido un mango malagueño así que no deben existir tampoco… se trata de un microclima tropical que en toda la península sólo se da en España, en Granada, la misma tierra donde al rato puedes estar en las nevadas montañas de Sierra Nevada.
Bueno, ya me he ido. El caso es que el mango me gusta y la garcinia me gusta porque de todos los suplementos que he probado para adelgazar, el de la garcinia , que está enfocado en quitar el apetito, parece que funciona un poco.
Verás, dentro de los suplementos naturales para adelgazar hay cuatro tipos: los détox que se supone que te desintoxican y entonces tus órganos digestivos son más eficientes y adelgazas, los desinfladores que esos lo único que te quitan es la hinchazón de la tripa pero ahí no adelgazas nada y sí esos suelen funcionar porque te quitan los gases y hay plantas muy eficaces en ese sentido, los bloqueantes, que se supone que impiden la absorción y éstos pueden bloquear grasas y carbohidratos y van incluso acompañados de alertas porque afirman que los bloqueadores de grasas impide la absorción de las vitaminas liposolubles y luego están los que se supone que te quitan el apetito de entre los cuales está la garcinia que parece que hace algo pero que no es más eficaz que una tortilla de claras con atún y sí más cara.
Me pregunto qué pensarían aquellas mujeres que me pedían un suplemento para adelgazar a las que yo miraba y pensaba para mis adentros que no lo necesitaban y que ya quisiera yo estar como ellas. Fijaos la paradoja, una mujer más delgada que yo, entra en mi herbolario y me pide un suplemento para adelgazar y pese a que yo les vendía el suplemento sin fe ninguna… ¡al final lo compraban! ¿Y sabes por qué lo compraban? Porque aunque más de una vez les he dicho a esas mujeres que no lo necesitaban, que estaban muy bien (te lo juro, yo he llegado a decir eso) venían con la convicción de que necesitaban el suplemento antes de entrar por la puerta y les daba igual lo que a la tendera le dijera su propia balanza. Venían convencidas de que algo era defectuoso en ellas, de que algo no estaba bien y venían determinadas a resolverlo.
¡Cuánto daño ha hecho y sigue haciendo la industria enfocada a las mujeres! Yo no sé cómo se ha portado con los hombres pero con las mujeres ha sido nefasta. Desde que hemos nacido nos han vendido que tal y como somos, somos feas, gordas, peludas, tenemos una tez penosa… no conozco ninguna mujer de mi generación que no se haya pasado años maldiciendo algo de su cuerpo. Yo empecé a los 10 años. Y quiero que sepas el alcance que tiene que odies tu cuerpo con una historia que te voy a contar. Un día un niño se burló de mí en la calle, solo una vez, sólo un día, sólo unos minutos… y esa burla nunca me ha podido hacer más daño. Tardé 20 años ¡20 años! En resolver aquella herida (que todavía colea) pero el precio pagado fue muy caro. Como se burló de mi aspecto, pensé que yo era “de las feas” y como era fea, nadie se fijaría en mí y por tanto nunca podría tener una relación, casarme, formar una familia… la vida normal estaba vedada para mí. Esa fue mi creencia más horrible. Cuando vino a mi vida un chico, lo acepté sin miramientos porque me consideraba afortunada ya que con lo fea que era yo, quién me iba a querer a mí así que quien me quisiera había que cuidarlo como un tesoro.
Si vas por la vida pensando que vales mucho y se te acerca un mendrugo tu pensamiento es “Yo valgo mucho como para aguantar a este mendrugo”. Si vas por la vida pensando que eres fea y se te acerca un mendrugo piensas: “En el fondo es bueno”. Por eso no te digo en vano que todo se arregla desde el amor a uno mismo, no desde el auto odio.
Cuando te odias, compras suplementos caros, te pones una banda gástrica, te juntas con personas que no te mereces ni te merecen, te quitas oportunidades a ti mismo (como soy fea, para qué voy a ir a esa entrevista de trabajo de ejecutivos), dejas de cuidarte y empiezas a castigarte, dejas de vestir bien, quieres taparte, que nadie te vea, que nadie sepa que existes y claro, esas son las razones por las que tienes peores trabajos, peores sueldos… cuando te dicen que, según las estadísticas, las personas obesas tienen menos oportunidades laborales que las delgadas ¿tú que piensas? ¿Que el mundo es malo e injusto o que tú eres quien está siendo injusto contigo mismo? Es una gran pregunta.
Yo pienso que eres tú quien cierra las puertas antes de que entre nadie por miedo a que te vuelvan a herir y ese miedo te hace esclavo, esclavo de todo, de la gente, del escenario laboral, de la industria cosmética, quirúrgica, farmacéutica, herbolaria (aunque sea mi sector y adore las plantas) y nada que pagues con dinero puede resolver ese miedo.
Ese miedo sólo se resuelve de dos maneras: o cambias tú y empiezas a pensar lo que vales y que te mereces todo lo bueno como cualquier otra persona, o cambias por huevos como me ha pasado a mí, a base de calamidades, de tropiezos de malas relaciones, de autodestrucción… o te construyes o te destruyen, o te amas, o te castigan hasta que dejes de pensar que te mereces los castigos.
Es muy difícil amarse a sí mismo. Fíjate en aquellas mujeres delgadas y guapísimas que aun así seguían insatisfechas. Yo creo que es la gran lección de nuestra vida. Todos nuestros sufrimientos parten de nuestro autoodio y todos cargamos con un poquito de auto odio en mayor o menor medida. En mi caso un niño se burló de mí en la calle pero ¿y esas personas que han vivido en el seno de una familia disfuncional donde sus progenitores le han dicho una y otra vez que no sirven para nada? ¿Qué carga llevan sobre sus hombros?
Cuando permitimos que la autoestima dependa de los demás convertimos nuestra vida en un infierno y algunas personas, incluso llegan a convertir la vida de otros en un infierno. Y no hay suplemento que arregle eso.
Si quieres tener una vida mejor en el ámbito en el que sea (relaciones, estado de salud, trabajo, finanzas…) siempre debes empezar por pedirte perdón a ti mismo y hacer una cuenta nueva, empezar de nuevo pero esta vez contigo de tu lado. Tú eres lo más importante de tu vida. Sin sí ¿qué sentido tienen las cosas? Yo soy lo más importante de mi vida y como soy lo más importante, me merezco lo mejor. Esto sí que es un buen mantra: yo soy lo más importante de mi vida y por eso me merezco lo mejor. Yo soy lo más importante de mi vida y por eso me merezco lo mejor.
Me merezco las mejores comidas, me merezco la mejor ropa, me merezco el mejor salario, me merezco las mejores oportunidades…. Si pensaras así te arriesgarías a buscar lo mejor para ti.
Y como quiero ser ejemplo de lo que digo, te voy a anunciar una noticia. ¿Te acuerdas que te dije que quería quitarme la banda gástrica? Pues tenía la absurda creencia de que tenía que merecerme eso y que me la quitaría cuando adelgazara por mí misma y cuando tuviera dinero para pagar yo la intervención…. Otra vez esa absurda creencia de que tengo que ganarme las cosas… de eso nada, yo soy lo más importante de mi vida y ya está bien de tanto vomitar. Me merezco una vida sin vómitos. Mejor dicho, me pertenece una vida sin vómitos. Así que he hablado con mi clínica para que me dé una cita y voy a intentar negociar la operación.
El gran consejo de esta experiencia de cuatro años de vómitos y dolor que puedo tener para ti es que, antes de hacerte cualquier operación, pienses que te operas porque crees que tú sólo no puedes conseguirlo y eso es una gran falta de amor contra ti mismo. Tú sí puedes. Sólo necesitas enfocar tu mente y actuar en consecuencia. Pensar y actuar, sólo eso. Por eso este podcast se llama “Piensa y Adelgaza”: piensa y actúa.
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